Cabecera S.S. Skyro

Expedición "SKYRO". Muros 2015.

Hacía muchos años atrás que habíamos oído hablar do "vapor da prata", aquel buque inglés que se hundió con un cargamento de lingotes de plomo y plata en la zona de los meixidos. Claro, todo fue rescatado en posteriores expediciones de rescate. ¿O no?

Durante los años en los que desarrollamos las expediciones al Cisneros y al Blas de Lezo siempre mantuvimos esa curiosidad por el Skyro, y siempre nos encontramos con el mismo problema, la falta de referencias para situar un buque hundido hacía ya 125 años, todos aquellos que sabían algo sobre él tocaban de oídas o por referencias de otros antepasados ya perdidas en el tiempo.

El Skyro, su hundimiento y el rescate de la carga

El Vapor Skyro era un mercante de nacionalidad británica, construido en 1880 por Laing James & Sons Ltd., registrado en el Puerto de Sunderland (condado de Durhan) con el número 81.469 y propiedad de Pinkney & Sons Steamships Company Limited, de John Street, Sunderland. Desplazaba 1.142 toneladas, con unas dimensiones de 69,3 metros de eslora y 9,8 metros de manga. Máquina de dos cilindros y 120 caballos de potencia. Bajo el mando del Capitán, Mr. John Brown Vickers, enrolaba en la fecha de su hundimiento una tripulación de dieciocho hombres y llevaba un pasajero (1).

El 16 de abril de 1891 abandonó Gandía con destino a Londres (2), transportando un cargamento de plomo, plata y también cierta cantidad de frutas. El 22 siguiente, a las ocho de la mañana pasa a cuatro millas al oeste de Islas Cíes y a las dos menos cuarto de la tarde, toca contra una roca en los bajos de Meixidos (Muros), que acaba por provocar su hundimiento. El barco, con la máquina detenida, fue abandonado por tripulación y pasaje en los tres botes salvavidas disponibles —su capitán el último— sin que se produjeran víctimas, si bien no se pudo evitar la pérdida total de la carga, bienes y efectos personales, cuaderno de bitácora y documentos. Con el auxilio de los pescadores de la zona, finalmente todos los supervivientes fueron alojados en Corcubión.

Las conclusiones sobre las causas que originaron la pérdida del buque y su carga, fueron determinadas posteriormente en el Tribunal de Marina mercante y contradicen la versión aportada por la oficialidad respecto a una posible roca no marcada en las Cartas de navegación (3). Por el contrario, demostrado que ni el Capitán ni oficiales habían tomado medida alguna para determinar el punto donde el Skyro había colisionado, el Tribunal no quedó satisfecho con aquella versión y finalmente el choque quedó atribuido a una desviación en el rumbo de la nave. Dicha desviación se habría producido durante el tiempo transcurrido entre las diez de la mañana del día 21 y las 8 de la mañana del 22 y dado que la valoración pericial del funcionamiento de los tres compases (4) de los que estaba provisto el barco era positiva, el tribunal concluyó que en la causa del accidente había fallo humano y el Capitán Brown fue sancionado con doce meses de inhabilitación (5).

El mismo año del hundimiento una primera expedición de rescate partió desde Inglaterra pero no pudo conseguir el tesoro, resultando con consecuencias fatales para dos buzos ingleses. Según parece, una segunda expedición se organizó dos años después participando dos buzos vascos, un vizcaíno de Mañaria y otro navarro resultando también infructuosa y víctimas de ataques descompresivos.

En 1896 una tercera operación de rescate protagonizada por el buzo vasco Angel Erostarbe, que se prolongó durante 1897, consiguió recuperar el cargamento de plata, por valor de 10.000 Libras, tras dinamitar el casco para poder extraer su contenido. Erostarbe, a fin de que fuera adjudicado el contrato de salvamento, hubo de demostrar previamente ante los propietarios de la carga que el pecio del Skyro había sido encontrado. Y la prueba aportada fue un plato sopero sacado del pecio y entregado en septiembre de 1896 a Sir Joseph Lowrey; que éste conservó como valioso recuerdo (6).

Sesenta y cinco años más tarde, en 1961, el buque británico Droxford perteneciente a Risdon Beazley propietario de una empresa inglesa que había adquirido los derechos de los restos de la carga del buque recuperó más de 300 toneladas de plomo del fondo, prácticamente la totalidad pues lo que queda en la actualidad es lo poco que no consiguió coger la pinza extractora (7).

Bibliografía y fuentes consultadas

(1) Datos técnicos del barco y astilleros:

  • Página web: www.wrecksite.eu
  • Rafael Lema.- "Costa da Morte. Un país de sueños y naufragios".- Editor: Grupo de Acción Costeira Costa da Morte.- 2011.
  • Merchant Shipping Acts.- 1854-1887 (Nº 4.308) Vista celebrada en la “Board Room” de la “Sunderland Union Offices”. John Street (Municipio de Sunderland), entre el 26 y el 27 de mayo de 1891.

(2) Merchant Shipping Acts. 1854-1887

(3) Carta del Almirantazgo británico Nº 1.756. En “Acta Nº 4.308 Merchant Shipping Acts” SKYRO (S.S.)

(4) De la misma “Acta 4.308”: Tres compases. Uno con pie. Otro de bitácora en la parte superior del puente y otro de bitácora a popa.

(5) Sentencia del 27 de mayo de 1891. Jueces: James Stokoe y Charles Lilburn. Como asesores técnicos los oficiales de marina R. Methven y C.H.J. Baker. De la mencionada Acta 4.308 de “The Merchant Shipping Acts, 1854 to 1887”.

(6) www.wrecksite.eu Recorte de prensa incluido entre las imágenes del pecio que se encuentran en la reseña que sobre el mismo hay en esta web. Dicha imagen se incluye como anexo en el presente trabajo.

(7) Artículo de prensa aparecido en La Vanguardia, el 23 de marzo de 1961, relativo a la recuperación de parte de la carga de plomo por parte del Droxford y recogido en “Costa da Morte. Un país de sueños y naufragios”.- Editor: Grupo de Acción Costeira Costa da Morte.-2011; de Rafael Lema.

Ciento veinte años

Y perdido su valor material, recuperada su carga (o casi toda, o la más importante…), el pecio cayó en el olvido. Sus restos no alojan de manera especial una gran cantidad de fauna, ni son importantes en ninguna carta de pesca. Incluso la información sobre su situación próxima a los bajos de Meixidos, era imprecisa y difería según las distintas fuentes. A ello hay que añadir lo poco que destaca su silueta en las sondas, totalmente desmantelado por la acción de la dinamita y el paso de los años. De ahí que la búsqueda de los restos del Skyro se hiciera más complicada y tediosa, haciendo falta viajes, entrevistas y fatigosas jornadas navegando de un lado para otro. Finalmente, mediado ya el verano, una marca en la sonda ofrecía garantías, y óxido en el escandallo!!. Y efectivamente, en ese fondo a 50 metros de profundidad, descubrimos la antigua y bella máquina del Skyro irguiéndose en medio de los abundantes restos desvencijados, bien visible en medio de la luminosa claridad azulada que en algunas jornadas pudimos disfrutar.

Carta inglesa de la época aportada por Cristobal Nodar, en ella figura el famoso “Ynsua Rocks”, bajo que figura en los datos del juicio al capitán del Skyro John Brown Vickers como lugar del impacto.

En un día de buen clareo y sol, la máquina que impulsaba el barco recorta su silueta elevándose hacia la superficie, destacando sobre el resto del casco, ya que es lo único que ha resistido con solidez el paso del tiempo y la acción del hombre. Coronando el bloque, los dos capuchones de sus respectivos cilindros le dan un toque especial, antiguo. Reliquia de otra época. Está sumamente recubierta por todo ese sustrato que el mar adhiere sobre las superficies; sin embargo, se distinguen bien sus elementos. Y he aquí que así puede conservarse y mostrarse ante los ojos de aquellos que puedan bajar a verla, ya que de no haber mediado el naufragio, su destino habría sido el horno de fundición o el desguace. Y nunca habría quedado su imagen grabada en video.

Fotomosaico 3D elaborado por Cristobal Nodar.

Al pie del bloque, destacan restos de los hornos y la caldera, destrozada; con sus tuberías interiores al descubierto. Tubos, cajas de fuegos, bloques informes y otros elementos que formaban parte del motor y corazón que impulsaba el barco. A poca distancia, indicando el camino sobre cubierta hacia proa, destaca un tramo —como la espina de un pez— formado por las vencidas cuadernas del viejo vapor. Todo el resto del pecio es así: una planicie cubierta de restos, donde destacan alguna viga, algún trozo de casco o las grandes bitas de amarre. Todos los elementos del barco están ahí, visibles, pero nada en su sitio correspondiente, cumpliendo el papel que les correspondería para conformar la figura de un barco. Está todo, pero como un muestrario de los elementos clásicos que habitualmente nos agrada contemplar en cualquier pecio. De esta forma, seguimos dos largos ejes y llegamos a una hélice que habría tenido cuatro palas, ahora muy maltratada. Otra hélice, fuera de lugar, permanece semienterrada en la arena, exhibiendo una pala que semeja una gran nacra. Dos grandes anclas —suponemos demasiado grandes para ese barco— nos hacen pensar por su tamaño y disposición que quizá no pertenecieran al Skyro, sino que hubieran sido utilizadas como sistema de posicionamiento del Droxford cuando en 1961 se recuperó la carga de plomo. Además de estas, hay otra, tronzada. Una pieza muy concrecionada —como todo el pecio, en general— que bien pudiera ser la bitácora que alojaba el Compás situado a popa; alguna otra que parece un pie (de telégrafo, de timón o quien sabe qué). Numerosas planchas, viguetas y tramos de estructura algo más compactos. Toda la alfombra de restos está muy concrecionada y aquí y allá vemos algunos ladrillos (algunos con inscripciones) y sobre todo los grandes y pesados lingotes de plomo, que en algún lugar forman pequeños amontonamientos. Adivinamos algunas inscripciones en ellos, perteneciones a las distintas fundiciones de donde procedían, por ejemplo "FIGUEROA", "FnUNION", "BIENBENIDA", "SAN ANTONIO", "Fn DEL LLANO". Todas ellas con origen en los yacimientos minerales de la región de Murcia, y más concretamente Cartagena, La Unión, etc.

Lingotes del S.S. Skyro

De la popa, un gran pedazo de casco recuerda lo que alguna vez fue. El pecio parece estar al borde de una de las paredes de piedra que conforman los bajos de Meixidos. Muy expuesto a las corrientes, casi todo él se encuentra sobre la arena, si bien algunos tramos y restos esparcidos ascienden o descienden rápidamente en profundidad, demostrando que parte del viejo casco se aposenta sobre pared rocosa. La profundidad a la que se encuentra —escasos 50 metros— con ser importante, sin embargo nos ha pillado preparados para bastante más y ello nos ha permitido planificar una exploración intensiva con largos tiempos de permanencia en el fondo.

Nuestro grupo en general (8), salvo alguna inmersión (que la necesidad o las malas condiciones no hicieron oportuno alargar), hemos permanecido en el fondo, recorriendo, filmando y conociendo al viejo Skyro, poco menos de una hora cada vez, antes de comenzar el ascenso a superficie (con su larga descompresión, naturalmente). Para bucear utilizamos como soporte vital principal, circuitos cerrados electrónicos, recicladores (Rebreather) y como elemento auxiliar y/o de contingencia, las correspondientes botellas (las clásicas S80), cargadas con gas de fondo y para descompresión. Las mezclas gaseosas respiradas han sido trimix y oxígeno en los porcentajes habituales para esta profundidad y largos tiempos de fondo. Desgraciadamente, este Atlántico que baña nuestras costas, te permite disfrutar hoy con la calma y claridad de sus aguas y al día siguiente, te marea con el oleaje y el fondo está turbio (y con corriente fatigosa). Sin embargo, se ha portado bien y no nos ha obligado ningún día a contemplarle con caras largas desde la barra de un bar.

Ourense, a 31 de Agosto de 2015

Juan Montero Fernández

¿Quién era Ángel Erostarbe?

Esa misma pregunta me hacía yo a medida que fuí conociendo más en profundidad la historia del naufragio del Skyro y de cómo un buzo vasco acabó convirtiéndose en el gran protagonista del rescate de la valiosa carga, porque sin duda alguna Angel Erostarbe fue el gran protagonista.

En 1891, el mismo año del hundimiento una expedición fletada por la casa armadora partió desde Inglaterra para recuperar el valioso cargamento pero el intento resultó infructuoso no pudiendo conseguir recuperar el tesoro, además de resultar accidentados dos buzos ingleses con consecuencias fatales. Tuvieron que pasar varios años para que en 1895 el Sr. JK Moffat, de Bilbao, después de conocer a Erostarbe entrara en negociaciones con los suscriptores de la aseguradora Lloyd de nuevo con el fin de organizar una nueva expedición, y así fué como durante los dos años siguientes 1896 y 1897 se llevaron a cabo sendas campañas para recuperar los lingotes de plata.

Todo el peso del rescate recayó en Angel Erostarbe quien tuvo que abrirse paso hasta el valioso cargamento dinamitando el casco del barco debido a que después de cinco años hundido ya se había colapsado sobre sí mismo. Él propio Erostarbe decía en alguna de sus declaraciones durante la operación que “ ya ninguna parte de los restos del naufragio, de proa a popa, a excepción de motores y calderas principales era ya más alta que su propio cuerpo de pie”.

En 1895 la operación de rescate fue todo un record de inmersión con escafandra clásica ya que 50m. de profundidad estaban fuera del alcance de un buzo para aquella época, y de ello buena cuenta dió la prensa de aquellos años a nivel internacional , desde Europa hasta América periódicos como Thames Star, The Telegraph, The Murrurundi Times, The Sydney Morning Herald, The Age, The Argus, Daily Telegraph y otros muchos se hicieron eco en sus páginas de la noticia. Con posterioridad algunos recordareis una foto-ilustración commemorativa del buzo Erostarbe en las cajetillas de tabaco John Player Special al lado de su escafandra.

Ilustracion de cajetillas John Player Special.

En el libro ,"The wonders of salvage" (David Masters, 1924) aparece el relato del hundimiento y trabajos de recuperación del pecio del "Skyro". También hace algunas referencias al trabajo del buzo : “ valiente como un león.. no se arreciaba ante nada…”

La zona de buceo aún a día de hoy no resulta ser un buceo fácil, es una zona muy expuesta y al riesgo inherente de una inmersión más allá de los 40 metros se añaden las condiciones del entorno que pueden pasar de ser un dia tranquilo y aguas claras a ser una inmersión difícil de muy poca visibilidad y fuertes corrientes. Más de una vez durante algunas de las inmersiones realizadas me imaginaba al buzo Erostarbe con su rudimentario equipo de buzo clásico deambulando en el pecio del Skyro, realmente tuvo que sentirse muy sólo allí, tan profundo y tan dependiente de su apoyo desde superficie.

La historia del Skyro resultó ser muy interesante y ciertamente difícil de encontrar información más allá de lo poco que se sabía del naufragio. Tanto tiempo dediqué a buscar datos sobre el buzo Erostarbe que un día me topé con un artículo escrito 35 años después de su hazaña, concretamente en 1931 un periodista, Manuel Huerta Marin, publica una artículo en la revista cultural “Estampa” entrevistando al mismísimo Erostarbe cuando este debía tener unos 65 años ¿? Por fín pude ponerle cara!!. (Este artículo está disponible en la web pinchando sobre él).

Recorte de prensa sobre el buzo Ángel Erostarbe Recorte de prensa sobre el buzo Ángel Erostarbe

Artículo de la revista cultural "Estampa", 1931, con la entrevista a Ángel Erostarbe

Me sorprendió lo que Erostarbe cuenta de la suerte del capitán del buque al que por lo visto llegaron a acusar de haberse apropiado de la carga en una noche oscura y de haber hundido su propio barco para simular el naufragio, y de como Erostarbe salvó su honra al encontrar el tesoro. También de cómo le puso “etiqueta del 96” al asma que padecía, que él relacionaba con su dura profesión.

A través de sus apellidos intenté seguir la pista de sus familiares o descendientes, no fue tarea fácil pero finalmente conseguí localizar a Germán Erostarbe, bisnieto de Angel Erostarbe y que hoy en día trabaja en Madrid en la Sociedad de Salvamento y Seguridad Maritima. Paradojicamente Germán no es buzo como pudiéramos pensar que siguiera los pasos de su bisabuelo sino que ejerce como jefe de seguridad de flota y riesgos laborales. Pude mantener una conversación con él con la curiosidad de si podría contarme algún dato más sobre su bisabuelo y también hacerle llegar el artículo que había encontrado en la revista “Estampa”.

Texto: José M. Silva

Fotos buzo Erostarbe: Internet y revista "Estampa", año 1931.


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