DOM PEDRO

 


     Muchos años ha de la tragedia del vapor Francés “Dom Pedro”. Con cargamento diverso y pasaje partió de El Havre el 20 de mayo de 1895 con escala en Burdeos y Pasajes, Guipúzcoa, de donde partió el día 26 de madrugada con destino a Carril, en Vigo, donde le aguardaban para embarcar 200 emigrantes más con dirección a América viendo truncada su singladura a la altura de los bajíos que, como una prolongación , se sitúan dos millas al suroeste de cabo Corrubedo. El año 1895 contempló su final así como el de 89 personas de las 130 que llevaba a bordo y que encontraron sin quererlo el fondo del mar como ultima morada. Su historia ha sido narrada con detalle por Juan Campos Calvo Sotélo en su obra “Náufragos de antaño”. Asimismo “Tesouros Asolagados”, obra de Miguel San Claudio, recoge información sobre los hechos.


 

 

 

  • Artículos aparecidos sobre este pecio en:

Revista Espacio submarino nº 25 2006

Expedición 2018 Vídeocroquis " Reconocimiento del Ministerio de la Marina Francesa a Juan Jose Romano por su valor demostrado en el rescate de náufragos del hundimiento del Dom Pedro."

 


 

Agosto 2003

     Un par de años han transcurrido desde nuestra aventura explorando los restos de este pecio. Fue durante el verano que nos pusimos a la tarea de localizar, explorar y filmar sus 100 metros de eslora y 12 de manga. Una soleada tarde de julio en la terraza de un café frente al mar en Ribeira ultimamos los detalles que nos conducirían a posicionar los restos.

     Cartas marinas, marcas, coordenadas y la inestimable ayuda de D. Andrés, pescador de la zona y antiguo buzo de la marina, según nos comenta entre tantas otras cosas, que abandonará temporalmente su dorna para acompañarnos en la expedición. Esa misma mañana, desde el faro de Corrubedo las perspectivas sobre el estado del tiempo y el mar no se presentaban nada halagueñas. Junto al fuerte mar, una niebla cerrada sería el inconveniente más difícil de sortear que íbamos a tener, pues tanto la navegación sorteando los islotes de Sagres como la localización de los restos entre los temibles bajíos, obligan a disponer necesariamente de cielo despejado.

     Partimos una mañana soleada de sábado para sumergirnos en los restos del Dom Pedro un grupo compuesto por Jose Manuel Silva, Unai Artaloitia, José Antonio Alvarellos y Juan Montero como buceadores, junto con D. Andrés, Julia y otro marinero para el gobierno de la embarcación, localización del pecio y tareas de apoyo a bordo. A mitad de travesía el soleado día desaparece y se convierte en nublado y totalmente cerrado de niebla que nos obliga a recalar en el puerto de Aguiño. Así que aquí termina esta jornada. Dejamos los equipajes en el barco y regresamos a Ribeira en autobús. Al día siguiente, muy temprano, la mañana promete. La niebla no hace acto de presencia y el día está despejado, aunque a cambio tenemos algo de marejada.

     La navegación es larga y las vueltas en torno a la zona del hundimiento mas largas todavía. Nos fiamos más de las marcaciones de Andrés que del GPS, y a su orden largamos el ancla, que cae sobre los restos haciendo firme enseguida debido al viento que abate nuestra embarcación y tensa la línea de fondeo. Olas de dos metros hacen cabecear de tal modo nuestro barco que la media hora empleada para equiparnos, con el sol brillando en lo alto, se hace dura. Aún no nos hemos tirado al agua y el mareo empieza a hacer estragos entre la “tripulación”.

     Para la inmersión se utilizaron Rebreather “Inspiration”con mezcla Trimix de fondo y bibotellas de 18 y 12 litros con aire, así como botellas de 10 y 12 litros con Nitrox 60 y oxigeno para descompresión según fuera el caso de cada uno. Los perfiles de inmersión , en concordancia con la heterogeneidad de los equipos empleados y los tiempos de fondo fueron diferentes para cada buzo adaptando las actividades de cada uno a dichos perfiles y los tiempos que habían de hacer, oscilando estos entre los 30 y los 45 minutos a 50m. de profundidad que se encuentra el barco.
Unai con circuito cerrado y mayor autonomía se adelanta descendiendo y estableciendo una línea de exploración que cubre algo así como dos tercios del pecio, empezando poco antes del centro del barco donde está posicionada la maquina y llegando hasta la popa. Los demás bajamos detrás de él siguiendo el cabo de fondeo que oscila con fuerza al compás del cabeceo de nuestro barco debido al oleaje en superficie.

     Poco antes de llegar al fondo surge el incidente en forma de una fuerte narcosis que se apodera de Jose Antonio, quien debe regresar a la superficie abortando la inmersión ayudado por Jose Manuel, que se percata diligentemente de su estado. Una vez que el primero ha quedado a bordo, este último reemprende la bajada uniéndose con su equipo de filmación a los que ya estaban abajo.

     Este buque trasatlantico de vela y vapor descansa semienterrado sobre un fondo de arena y cascajo. Los 112 años que lleva hundido se notan… el casco ha cedido a los embates marinos y se encuentra abierto como una cáscara de nuez como si las estructuras surgieran directamente de la arena. Esta totalmente desmantelado y aplanado siendo las calderas y la maquina las estructuras que mas levantan del fondo (unos 4m.). La profundidad de buceo, por consiguiente, se sitúa entre los 50 y 55mtros, con una visibilidad que ronda los 10, en un entorno en el que el color verde-gelido lo domina todo y en una zona de fuertes corrientes (si bien en el fondo y entre los restos apenas se nota).

     Entre los restos, la visibilidad es bastante buena y iniciamos el recorrido siguiendo el hilo tendido que nos aseguraría el retorno. Llegamos a las calderas, intactas, una de ellas presenta el agujero de lo que debió de ser la explosión causada por el torrente de agua fría que inundó la sala de maquinas durante el hundimiento, y que al entrar en contacto con las calderas de metal a tanta temperatura provocó que esta estallara. ¿Cuantos morirían ya en la explosión? Un poco mas adelante se encuentra la gigantesca maquina que un dia movía el barco y que se levanta en posición totalmente vertical unos 4 ó 5 metros del fondo, se pueden ver las bielas de la misma… Una “alfombra” compuesta por planchas, tuberías, hierros retorcidos, partes de maquinaria, restos de la carga (botellas de vino, azulejos de cerámica…) etc., conforma el piso inferior del que sobresalen las estructuras mas elevadas. Seguimos el gran eje del barco que sale de la maquina y que nos llevará hasta la hélice y que permanece asentado sobre sus soportes, es larguísimo pues la maquina iba al medio en estos barcos. Las zonas inferiores están enterradas, pudiéndose observar las cuadernas abiertas sobre el fondo formando un todo con la arena. La maquinaria que lo impulsaba así como aquellas piezas grandes y macizas como molinetes son las más llamativas y se conservan enteras. Llegamos a la popa, el eje se sumerge en la arena y la hélice aparece semienterrada en ella asomando una pala. Al lado hay restos de estructuras de cubierta y un ancla de unos tres metros. Vamos ya muy justos de tiempo y tenemos que volver, decidimos cortar el hilo guía dejándolo instalado para no perder tiempo recogiendo y hacer una vuelta mas rápida. Dejarnos llevar por el deseo de explorar lo máximo posible nos va a costar reajustar la deco y más tiempo colgados.

     Estamos convencidos de que este barco, sus restos y su historia se merecen mucho más que esta simple crónica. Constituye su naufragio, junto con el del “Salier” o el “Captain” y otros una de las mayores tragedias en el mar ocurridas en nuestras costas. No solo por su importancia a nivel humano como el hecho en si mismo, los naufragios en las costas de Galicia conforman una parte en la historia de esta tierra y de alguna manera han influido en las leyendas, en las costumbres, en las mentalidades e incluso en la economía, así como cierto componente de la cultura popular en las zonas afectadas. Por otra parte, dentro de 100 años (casi tantos como lleva hundido) es posible que ya no quede gran cosa. Así que, aún cuando hasta la fecha le hemos dejado relegado, en pos de otros afanes, no lo olvidamos y seguro que próximamente habremos de completar el registro grafico de este pecio con nuevas y mejores imágenes. Seguro que habrá más “película”.
 


Texto: Juan Montero y José Manuel Silva
 

 

 

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